Muchas páginas de internet utilizan un test para determinar si el usuario que intenta acceder a la información protegida es o no un ser humano. El test explota la relativa dificultad de las computadoras caseras para reconocer símbolos; propone una serie de caracteres alfanumericos deformes que deben ser tipeados correctamente (UE6BY, por ej.). Una amiga, hace poco, fracasó en dicho test. Desesperada, dejó un breve mensaje en mi contestador.
"Acabo de descubrir que soy una computadora"
("Te voy a hacer un test, se llama test de Voigt-Kampff". Harrison Ford despliega un aparato que mide la fluctuación de la pupila y la dilatación del iris. A la pregunta de cómo reaccionarías si tu marido colgara un poster de una mujer desnuda en tu habitación Sean Young responde que no lo permitiría. "Debería alcanzarle conmigo", agrega. Harrison Ford descubre en las enormes pupilas de Sean Young dos maquinitas irresistibles.)
Mi amiga adjudicó, desde entonces, todos sus males a errores de programación.
Para corregirlos pasaba noches enteras recitando nuevas ordenes.
"Soy una computadora y me estoy reprogramando"
Asi dejó de fumar, empezó clases de Yoga, consiguió novio, confites, paz interior, trabajo y hasta logró aumentar el tamaño de su busto.
Hoy niega haber sido nunca una computadora,
pero creo que es parte de su nuevo programa.
Ahora insiste para que yo adopte el método que le trajo tantos resultados.
"Cada vez que intento me cuelgo", digo, y mi pequeño intento de humor informático le resbala. Me recomienda la perseverencia. Creo que es la última vez que vamos a vernos.
A mi me gustaban las computadoras que decían Syntax Error.