Tragos largos y mentiras cortas

Mama Noel tiene un regalo para las chicas que se portaron bien. Por las chimeneas caen certificados de obediencia y buena conducta. Si no estuviera atada a esta silla correría hasta tus piernas para pintarlas de lengua.

martes, julio 11, 2006

Nunca lavo mis bombachas,
no tengo lavarropa(s).
Las mando a un lavadero
atendido por una famillia.
Son muy amables conmigo.
Eso ayuda.
La madre me sonrie,
el padre me sonrie,
la hija me sonrie.
No pienso en sus manos y mis bombachas.
Son una familia limpia.
Son una famillia limpiadora.
Su negocio huele a vapor y a perfume.
Les entrego mi fe,
representan mi iglesia
(mi templo).
Acudo cuando creo
que es hora de perdonar mis pecados.
A veces no soy digna
de Su servicio.
Mi flagelo es la ropa interior
acartonada.
Mi suplicio, mi santuario.
Soy la pausa entre los castigos.
Cuando pacto con el diablo
en vez de lavar ropa sucia
compro ropa nueva.
El lavadero admite cualquier pena,
cualquier prenda.
No administra penitencias.
Espera sin juicio
a que renazca mi fe.
Por eso los amo.
Porque su paciencia
es el verdadero simbolo del amor.
Aun cuando juego con el limite,
esta bombacha nunca podra ser limpia,
atienden mi necesidad
y hacen lo que pueden.

En Su altar dejo
mi sacrificio.
En ellos
mi vida sera eterna.

1 Comments:

  • At 3:20 a. m., Blogger bp said…

    para siempre



    dejaré todas mis bombachas

    en manos de extraños

    /y si las huelen
    oh, allá ellos/

    chuik

     

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